Las competencias son un tema muy sonado en la sociedad actual, al cual se le asigna gran importancia en diversos contextos donde el ser humano desarrolla y desempeña una actividad determinada, como la educación y el mundo laboral, pero, ¿qué es una competencia? Por competencia entendemos la capacidad adaptativa, cognitiva y conductual que se traduce en un desempeño adecuado a una demanda presentada en diferentes contextos, la cual conlleva distintos niveles de complejidad. 

El origen de las competencias surge en el sector productivo, en el ámbito de la capacitación, con el propósito de que las actividades realizadas por los trabajadores fueran más eficientes, para ello el punto de partida fue identificar cuáles eran los conocimientos, habilidades y actitudes que deberían tener los empleados para desempeñar la actividad para la cual fueron contratados. Esta tendencia en el sector productivo se inició hace por lo menos dos décadas en diferentes países como Australia, Canadá, Nueva Zelanda, EUA y Gran Bretaña, pero poco a poco, a través de diversos proyectos propuestos por la Organización para el Comercio y el Desarrollo Económico (OCDE), se han ido incorporando más países. 

En México, al mismo tiempo que se propuso elevar la productividad de las empresas, en el sector educativo surgieron cambios con el propósito de desarrollar competencias a través de la impartición de los contenidos curriculares en las escuelas. Las primeras instituciones que llevaron a cabo la educación basada en competencias fueron: los Conalep, el Instituto Politécnico Nacional, el Tecnológico de Monterrey y el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos. En 2004 se comienzan a incorporar a toda la educación básica. 

Las competencias que se busca desarrollar en las personas se clasifican en tres: competencias básicas, las cuales se adquieren en la enseñanza formal y se asocian con conocimientos fundamentales como lectoescritura, cálculo, saber expresarse, entre otras; las competencias genéricas, que se relacionan con los conocimientos y actitudes personales en diferentes ámbitos, por ejemplo, capacidad para trabajar en equipo, saber planificar y habilidad para negociar, y la tercera clasificación, las competencias técnicas, las cuales se refieren específicamente al manejo de la tecnología, que es primordial en nuestros días, operación de máquinas especializadas, creación de proyectos, etcétera. 

Vemos cómo las competencias sirven para que el ser humano se desarrolle de manera adecuada en diferentes contextos, sin dejar de lado la utilidad que tienen para que las personas se integren a un mundo heterogéneo, incierto, cambiante y complejo. En la vida diaria también son de gran utilidad porque se aprende a resolver problemas y a convivir con los demás, de esta forma no sólo se pueden definir como competencias globalizadas, sino competencias para la vida. 

La autora es invitada del Circulo Editorial de la Fundación Trascender Vínculo de Profesionistas.